La teta provoca caries

La caries es por la lactancia, me lo dijeron hace 11 años

En la revisión de los 3 años de Sara el pediatra me dijo que tenía caries… ¿Caries? ¿Con 3 años? Pues sí, tenía una pequeña mancha blanca entre las dos palas de arriba y otra en un premolar. El pediatra me envió al dentista de la seguridad social y éste lo primero que dijo al verla fue “se nota que le has dado el chupete mojado en azúcar…” respondí que jamás había llevado chupete ni tomado azúcar, que “de chupete” tenía la teta de su madre y que el azúcar que podía tomar era el de las frutas. “Claro, entonces es por el azúcar de tu leche” respondió. La miró un poco más, me dijo que él no podía hacer nada y me mandó a un privado a que la empastaran.

Hace 11 años de aquello y aún recuerdo lo culpable que me sentí porque mi leche había hecho daño a mi hija, y ella aún quería seguir tomando. Salí de aquella consulta sin saber qué hacer ni como solucionar aquello porque si ella seguía mamando era evidente que acabaría con caries en todos sus dientes. No conocía a otras madres que dieran el pecho o que lo hubieran dado más allá de los 3 ó 4 primeros meses (combinado con biberón para que se alimentaran) y mi matrona de confianza y especializada en lactancia materna había cambiado de centro de salud y no tenía forma de localizarla. Internet no era como ahora, no había información, o yo no sabía encontrarla… solo me quedaba mi culpa y mi niña suplicando su tetita. Así estuvimos 9 meses más y en cuanto tuve ocasión (un curso de trabajo que me obligó a separarme de ella unos días), la desteté. Le dije que la lechita se había quedado en Madrid y las dos lloramos durante unos días a la hora de dormir. Mis pechos siguieron produciendo unos meses más, luego también dejaron de llorar.

Sobra decir que al día siguiente fuimos al dentista privado y que le hicieron los empastes oportunos, fue allí donde me dijeron por primera vez en mi vida materna que debía cepillar los dientes de mi hija desde ya. Echando la vista atrás me sorprende que yo no lo hubiera hecho antes, me miro y me veo como una tonta que obvió una parte importante de la higiene de mi pequeña. La bañaba a diario desde que nació, le cortaba las uñitas cada 4/5 días, limpiaba sus orejitas por fuera con un bastoncillo, usaba jabones neutros especiales para bebé y las mejores cremas de la farmacia (tenía piel atópica), sus toallas lavadas sin suavizante, su cepillo para el pelo pulcro y limpio, su colonia, su aspirador nasal… tenía y usaba todo lo que todo el mundo me había dicho que necesitaba para que mi hija estuviera reluciente, pero nadie me dijo que desde que le saliera el primer diente debía cepillar. Y a mi no se me ocurrió que fuera necesario, no me preguntéis por qué…

Después de este disgusto descubrí que no era la única “madre horrible” en este campo, cuando lo comenté en la guardería me dijeron que era muy chica, que interesaba que ella fuera cogiendo el cepillo de dientes y jugara con él para familiarizarse pero que “cepillar, cepillar” no era aún necesario porque no comían como nosotros y no se manchaban tanto. Pregunté a otras madres y más o menos me dijeron lo mismo “juega mientras yo me cepillo” o “hasta que no empiezan el cole, no hace falta”. Pregunté al pediatra y me dijo que no estaba de más y que en nuestro caso, con lactancia y esmalte débil de Sara (no sé cómo diagnosticó eso) que podía empezar a cepillar ya. También me dijo que, si destetaba, mejor. La sensación entonces fue que yo no había hecho nada mal respecto a la higiene dental de mi hija y la única culpable de su caries fue la lactancia unido a la mala suerte de ese esmalte débil de mi hija.

Cuando nació Rubén yo ya sabía que iba a darle el pecho, y sabía que le iba a provocar caries. Sopesé pros y contras y decidí que estaría más atenta y que pediría al pediatra que revisara sus dientes desde el primero y a menudo, para poder atajarlo lo antes posible (por si también tenía esmalte débil). Y con esa idea llegué a la revisión del año y le pedí que le mirara bien los dientes por si tenía caries. El pediatra de Rubén se irguió, me miró y me dijo “¿es que no le cepillas aún?”. Me quedé blanca y mi “no” sonó bajito e inseguro. Nos sentamos y me explicó que debía cepillarle y hacerlo yo, me habló de usar pasta con flúor, de cómo debía mover el cepillo y me quitó de la cabeza miedos como que si se tragaba la pasta podía hacerle daño. El pediatra de Rubén me contó todo eso, lo hizo porque yo pregunté si mi hijo de un año tenía caries y lo pregunté porque lo consideraba probable, porque le daba teta.

Han pasado 11 años desde que diagnosticaron la caries de Sara, he vivido y me he informado de muchas cosas desde entonces, ¿sabes qué he aprendido y sé ahora que me hubiera gustado saber con mi primera hija? Que la teta no provoca caries, lo que provoca caries es la falta de higiene dental. Así de simple y directo.

Rubén empezó a cepillarse los dientes con un año, tarde. Con Carmen hemos empezado mucho antes, desde el primer diente. Con un cepillo adecuado y pasta con 1.000 partes por millón de flúor (pequeña cantidad, un granito de arroz). Cepillando nosotros, nada de que juegue y se familiarice. No es un juego, hay que limpiar los dientes y es algo no negociable en casa. A partir de los 6/7 años ya son capaces de hacerlo solos, antes no.

Si eres madre o padre primeriza/o, espero que leas esto. Dale teta o dale biberón, no le des azúcar o dáselo, que no coma chocolate o que lo coma… cría a tu hijo como quieras, pero cepilla sus dientes.

Empastar a Sara con 3 años es uno de los peores recuerdos que tengo en la crianza de mis hijos, y conozco casos peores. No quisiera que tuvieras que pasar por ello.

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